lunes, 13 de agosto de 2012

Una mañana cualquiera

Mañana de agosto, sin nietos, todo el tiempo del mundo para hacer todas las gestiones que no se puede hacer con ellos.

Al acabar la primera me encuentro con mis amigos Isabel y Alfredo (espero que me consideren también ellos así).

 Después de los saludos de rigor nos vamos a tomar un café y a charlar un poco....qué tal, qué tranquilidad sin niños... de ahí pasamos a arreglar el mundo y una vez convencidos de que no tiene arreglo comentamos las actividades que realizamos antes del verano, pregunto a Isabel por un proyecto precioso que resultó fallido, no se sabe bien por qué problemas....

El fallido proyecto se trataba de representar La Canción de la Tierra de Gustav Mahler con las seis canciones traducidas y declamadas por Isabel e interpretadas por orquesta, soprano y tenor como es habitual.

Después de desahogarse un poco de su frustración por el gran esfuerzo que hizo en su momento al memorizar y preparar todo, se produjo el milagro: allí, en medio del bullicio de la terraza donde tomábamos un café, Isabel nos dedicó dos de las seis canciones que componen la obra, las correspondientes al tercer y sexto movimiento.

Con  su voz queda, su sentimiento, su forma de declamar, consiguió que me aislara del resto del mundo, sólo existían en ese momento sus labios modulando las bellas palabras. Al llegar a mi casa no pude evitar volver a escuchar el CD y, como en una traducción simultánea, se superponía en mi recuerdo al duro idioma alemán la suave voz de Isabel.

            La despedida (Sexto Movimiento)

            El sol parte tras las montañas.
            En todos los valles cae la tarde
            con sus sombras, llenas de frescor.
            ¡Oh, mira! Como un barco plateado
            flota la luna en el lago azul del cielo.
            ¡Siento el temblor de una suave brisa
            tras los sombrios abetos!

            El arroyo canta lleno de hermosos                  sonidos a través de la oscuridad.
            Las flores palidecen en el ocaso.
            La Tierra respira llena de calma y sueño,
            todos los anhelos ahora duermen.
            ¡Los hombres cansados van a casa,
            para aprender de nuevo el silencio
            la felicidad y la juventud olvidadas!
            Los pájaros se acurrucan en silencio en sus ramas.
            ¡El mundo se adormece!
            (...)
Yo estoy aquí, y espero a mi amigo,
espero su último adiós.
Oh, amigo, deseo fervientemente gozar
contigo de la belleza de este atardecer.
¿Dónde estás? ¡Me dejas demasiado tiempo solo!
            (...)
Ya nunca más vagaré en la lejanía.
Mi corazón está tranquilo y espera su hora.
¡La querida tierra florece por todas partes en primavera y se llena de verdor
nuevamente! ¡Por todas partes y eternamente resplandece de azul la lejanía!
Eternamente... eternamente...

¡Gracias Isabel, espero que ese proyecto se convierta alguna vez en realidad para el disfrute de todos los que te conocemos!
 







1 comentario:

  1. Pues yo me apunto!!! No sé cuáles han sido los motivos que han parado el proyecto. Me ofrezco a retomarlo, proporcionar músicos, ánimos, besos, abrazos y mucha ilusión... ¿HACE?

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